domingo, 7 de junio de 2009

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Despues de la borrachera la resaca.

Como diría el protagonista central de la película de Michael Winterbottom, 24 hour party people, las modas tienen un punto de inflexión a partir del cual caen en desgracia. En el caso de la Movida, tuvo consecuencias funestas. A finales de los ochenta y en el transcurso de la década de los noventa, buena parte de sus protagonistas murieron a causa de su vida al límite. La inmortalidad se cobraba un alto sacrificio humano: la pareja Costus, el guitarrista Carlos Berlanga, el cantante Tino Casal o el poeta Eduardo Haro.
Otros como Alaska o Pedro Almodóvar, supieron reciclar su carrera a tiempo. En el caso del director castellanomanchego, no sólo eso sino que consiguió que su obra transcendiese las fronteras españolas. Alaska por su parte, creó con Nacho Canut un nuevo grupo de música tecno-pop,
Fangoria, que todavía hoy día tiene un gran éxito.
Después de una década de olvido y postergación, la de los noventa, el espíritu libertario y el Do It yourself de los ochenta comienza a recordarse con una cierta melancolía. No es extraño entonces, que el Ayuntamiento de Madrid haya programado una exposición y un gran número de conciertos y actividades alrededor de las múltiples caras de la Movida. Ni tampoco que se reediten numerosos materiales de todo tipo de aquella época. 30 años después de su nacimiento, el espíritu hedonista y rompedor de la Movida sigue vigente. Y es que la calidad de sus artistas ayudó a llevar a la España de blanco y negro a la post-modernidad en un tiempo récord.

Dadaismo en los ochenta

En medio de una atmósfera de gran creatividad, surgieron proyectos alocados como la película Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón [Pedro Almodóvar, 1980]. Sexo no convencional, drogas y música son el argumento de la obra de un joven Almodóvar todavía desconocido por el gran público. El film recobra la herencia surrealista de escandalizar a la burguesía y se acerca a la estética incorrecta del director norteamericano John Waters. ¿Los protagonistas? Los propios artistas de la Movida. Junto con fotógrafos como Pablo Pérez Mínguez o Alberto García-Alix, el director manchego se convertía en uno de los cronistas privilegiados de una corriente que se extendió en seguida a las otras grandes ciudades españolas.
Poco a poco, los discos de grupos como Radio Futura, Gabinete Caligari o Loquillo y los Trogloditas multiplicaron sus ventas. Las pinturas de
Costus, las fotografías de Ouka Lele y los diseños de Ceseepe comenzaron a exponerse en las galerías de arte más valoradas de la capital. Y de las galerías a las fiestas de la jet-set sólo había un paso, como demostró la visita a Madrid del gurú del pop-art: Andy Warhol.
La llegada al poder del Partido Socialista en 1982 acentuó todavía más el camino ascendente de la Movida. La trasgresión de aquellos grupos de artistas irreverentes era un símbolo perfecto para proyectar la imagen de una España moderna al exterior. ¿Cómo potenciarlos? Abriendo de par en par las puertas de Televisión pública Española (TVE) a programas como
La Edad de Oro o La Bola de Cristal. Presentado por Alaska, el programa infantil La Bola de Cristal representó un antes y un después de la televisión ibérica. Y es que los lemas de “¡Viva el Mal! ¡Viva el Capital!”, la imaginación y la estética entre siniestra y glam, a través de las cuales una generación de niños españoles fue educada, nunca han vuelto a las ondas hertzianas.
Evidentemente, no es que la España conservadora hubiese desaparecido de golpe. Así lo demuestra la agitación política y mediática que generó la emisión de la canción
Me gusta ser una zorra del grupo punk bilbaíno Vulpess en TVE.

Lugares de encuentro para los seguidores de la movida madrileña

La casa de la pareja de pintores Costus, en el populoso barrio de Malasaña en Madrid, fue uno de los lugares de encuentro de este movimiento sin manifiesto fundacional. Allí se conocieron los auténticos símbolos de la Movida madrileña: Olvido Gara (más conocida como Alaska), Fabio McNamara y Pedro Almodóvar.

Repercusion el grupo: Alaska y los pagamoides.

Emulando la estética y la actitud transgresora del punk británico liderado por el grupo de música Sex Pistols, en 1978 aparecía el primer grupo punk español, Kaka de Luxe(que posteriormente pasaria a ser Alaska y los pegamoides). A la nueva ola musical salida de la nada, se sumó una gran cantidad de pintores, escritores, diseñadores, fotógrafos y cineastas con tres puntos en común: la necesidad de vivir la vida al máximo, el gusto por romper las normas convencionales y el hecho de haber elegido Madrid como teatro de operaciones.

Años de oro de la movida madrileña

Justo después del golpe de Estado del 23-F [perpetrado por el teniente coronel Antonio Tejero en 1981], llegaban los días de oro de un movimiento cultural surgido en Madrid que sacudió la joven democracia española; lamovia.
Todo había comenzado a mitad de los setenta de forma espontánea. Mientras todavía resonaban las canciones de lucha contra la dictadura del General Francisco Franco [1939-1975], un grupo de jóvenes adolescentes prefirió centrar su mirada en las corrientes de pensamientos artísticos postmodernos, emergentes en los países occidentales.

jueves, 4 de junio de 2009


Hubo un momento en Madrid, en la que a la juventud le gustaba vivir aportando algo a la vida. Surgió un movimiento cultural sin límites y sin precedentes, era un ir y venir de nuevas tendencias. Surgió durante los primeros años de la transición postfranquista y hasta avanzados los años ochenta la noche madrileña fue muy activa no sólo por las salidas nocturnas de los jóvenes, sino a causa de un interés inusual en la llamada cultura alternativa, underground o Contracultura de la que surgen varios poetas como Eduardo Haro Ibars. La movida madrileña era la respuesta de diferentes grupos culturales a una España que se salía de una dictadura archiconocida y que necesitaba un nuevo aire. Era el inicio de la década de los ochenta. Desde Madrid el movimiento se extendió a otras capitales españolas
¡TRIBUS URBANAS!




“Tribus urbanas”, termino acuñado por los promotores de la Movida Madrileña de los años 80 para referirse a lo que se dio a llamar la “gente guapa”, gentes amante de la música y de la vida nocturna. Con el tiempo él termino cambio de sentido y paso a designar a núcleos de jóvenes agrupados en torno a las distintas tendencias musicales, modas y hábitos de consumo. Actualmente ha adquirido un sentido negativo, las tribus urbanas hoy en día se asocian a grupos violentos, algunos de ideologías fascistas o neonazis, salvajismo de los que actúan sin freno, sin atender a normas y, donde lo que prima es la ley del mas fuerte, son bandas juveniles, según estudios de inadaptados e inconformistas.
Los jóvenes que en la actualidad conviven en alguna de las tribus urbanas, de alguna manera, responden a esta tipología, ya que cada disfraz implica la aceptación de un código de conducta ideada por un líder del grupo. En estos se adquiere una identidad, un lenguaje, unos enemigos o unos amigos.
Estos jóvenes buscan la integración social en pequeños grupos de individuos con problemas y aspiraciones similares, pero tampoco se tiene claro cuales son sus aspiraciones o sus motivaciones, pero las características como el barrio de residencia, etnia o raza, clase social, ideología política, credo religioso, forma de vestir o gustos musicales, sirven para agrupar y diferenciar unas tribus de otras.
En el seno de estos nuevos movimientos juveniles encontramos representantes de todas las clases sociales, credos o ideologías políticas.Entre ellos abundan los jóvenes de clases acomodadas y medias, así como las familias obreras. La subcultura de la violencia acepta como legitima sus propias normas y rechaza las del sistema en el que están inmersas.Actualmente, todo individuo por el hecho de ser menor de edad, cualquiera que sea su comportamiento social, recibe una etiqueta, agrupándolos en función de sus gustos musicales, vestimentas y amistades, tal y como muestro a continuación:B.Boys: se les conoce como grafiteros, aman la música rap, solo atacan al mobiliario urbano, tienen entre 14 y 19 años.
Hoolingans: seguidores violentos del F. C. Barcelona y del R.C.Deportivo, los boixois nois y las brigadas blanquiazules.
Heavies: Visten téjanos muy ceñidos, camisetas con sus ídolos musicales y con símbolos macabros, no son violentos.
Maquineros: Aficionados a la música bacalao, su nivel de conflictividad es mas bien bajo, excepto por problemas de drogas.
Harcores: Su música es una mezcla de heavy metal y punk, practican la afición del monopatín.
Skins: Lleva una vida normal durante la semana, pero los fines de semana se transforman en miembros de su tribu. Se dice que hay miembros que creen en Rudolf Hess, el lugarteniente de Hitler. Se les identifica con grupos racistas y violentos.
Psichobillies: Son una mezcla de punk y skins. Practican la cultura del exceso de alcohol y drogas.
Rockers: Tupe y pastillas. Botas de puntera. Broncas ocasionadas con otras tribus urbanas.No solo se puede clasificar a las tribus urbanas por su vestimenta, por sus gustos musicales, sino también y sobre todo por sus actitudes frente a la religión, la política y la cultura en general.
Para los medios de comunicación solo hay tres tipos de jóvenes: Los que ellos denominan “los pijos”, “los fascistas, racistas y violentos”, y “los ateos, ácratas, insumisos, libertinos y violentos”, pero esta clasificación proyecta una clasificación muy negativa de la juventud.

La Movida Madrileña fue un movimiento contracultural surgido durante los primeros años de la Transición de la España posfranquista, que se prolongó hasta finales de los años ochenta, teniendo su cima en 1981 con "El Concierto de Primavera".
La noche madrileña fue muy activa no sólo por las salidas nocturnas de los jóvenes, sino a causa de un interés inusual en la llamada cultura alternativa, underground o
contracultura. La aparición de sellos independientes de grabación discográfica (DRO, MR, Nuevos Medios, TicTac, Tres Cipreses, etc.) permitió la creación de una música distinta a la patrocinada por las multinacionales del disco.
Nacido en
Madrid, el movimiento se extendió miméticamente a otras capitales españolas, con la connivencia y aliento de algunos políticos, principalmente socialistas, entre los que destacarían el entonces alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván, que había estudiado profundamente desde un punto de vista sociológico la cultura marginal juvenil (véanse los ensayos contenidos en su obra El miedo a la razón). El apoyo político a esta cultura alternativa pretendía mostrar un punto de inflexión entre la sociedad franquista y la nueva sociedad de la democracia. Esta imagen de una España "moderna", o cuanto menos abierta a la modernidad, sería utilizada internacionalmente para combatir la imagen negativa que el país había adquirido a lo largo de cuatro décadas de dictadura. No obstante, y a pesar de este movimiento contracultural, gran parte de las estructuras sociales y económicas del país eran heredadas del antiguo régimen.